La Dra. Cristina Villamar, académica e investigadora de la Facultad de Ingeniería, lidera proyecto orientado a beneficiar social y medioambientalmente a comunas rurales, mediante un trabajo conjunto con municipios y empresas agroindustriales. La propuesta es apoyada por la Dirección de Gestión Tecnológica, a través del concurso Transfiere DGT.
Alcanzar el triple impacto económico, social y ambiental en el país, es lo que buscan muchos de los proyectos de investigación aplicada que se desarrollan en nuestra Universidad.
Parte fundamental de dichos desarrollos es concretar la vinculación con empresas privadas, instituciones públicas y otros actores relevantes para que, principalmente, se efectúen las validaciones técnicas y comerciales como actividades claves para acceder al mercado.
En esa línea, hoy se encuentra el proyecto de investigación “Desarrollo de tecnología de biofiltración para el tratamiento de aguas residuales y la generación de subproductos con valor agregado”, que lidera la Dra. Cristina Villamar, académica de la Facultad de Ingeniería e investigadora del Laboratorio de Investigación Interdisciplinaria en Ciencias y Tecnología del Agua, Ko-Yaku Usach.
En esa aventura es acompañada por el Dr. Sergio Yáñez, como director alterno, junto a las y los ayudantes de laboratorio Yilbert Tovar, Ángela Plaza, Kennedy Costa y Paula Madariaga. Además, se integran un grupo de estudiantes y profesionales de diversas carreras de Ingeniería.
Proyecto con impacto positivo
En Chile casi un 99% de las ciudades y municipios urbanos poseen una planta de tratamiento de residuos líquidos municipales, mientras que a nivel rural no supera el 20%, debido al alto costo que implica contar con esta instalación.
Dicha carencia “se convierte en un problema sanitario que, finalmente afecta la salud de la población y del medioambiente”, dice la Dra. Cristina Villamar. Para dar solución a la problemática, se propuso una tecnología que trata de replicar los sistemas de la naturaleza para la filtración de aguas. Ejemplo de ello, son los humedales que logran depurar la contaminación y controlan las inundaciones.
”Basado en esos criterios, propusimos un sistema de biofiltración, haciendo uso de componentes biológicos como plantas e incorporamos lombrices, microorganismos, y bacterias, los cuales están unidos bajo un componente filtrante”, detalla la académica, en relación a la función que los mismos estos poseen para el saneamiento de aguas.
Impulsando la vinculación con los mundos privado y público
Uno de los aspectos que resalta la investigadora es que el proyecto tiene la virtud de unir los entornos académico, público y privado, los cuales “pueden dar una respuesta eficiente a las deficiencias de saneamientos que existen”, acota.
En la actualidad, el equipo de investigación trabaja en un modelo experimental a nivel de laboratorio, que próximamente esperan probar en una comuna rural. “Con el municipio de Til Til tenemos un convenio y les propusimos realizar validaciones de una planta piloto de un metro cúbico, que los beneficiaría”, agrega.
En cuanto a la vinculación con empresas, se considera contar con un proveedor de residuos orgánicos agroindustriales, material que también se utilizará para filtrar las aguas residuales. En este caso se usarán cáscaras de avellanas que proveerá Agrichile, industria productora con la cual el equipo de investigación ha venido trabajando en otras iniciativas anteriormente.
“La empresa cuenta con un residuo que se genera en forma masiva, pero que ahora no les da mucha funcionalidad y por lo tanto, a través del proyecto se abre la posibilidad de ampliarse a otros rubros de negocios y además, con impacto social” comenta.
Por último, puntualiza que “el mundo rural agroindustrial y nosotros como Universidad nos beneficiamos, porque nos conectamos mediante esta iniciativa. Y porque, desde el punto de vista de la investigación es una oportunidad para generar laboratorios ambientales que impacten positivamente a la sociedad”.
Apoyo DGT
El desarrollo de la propuesta es apoyado por la Dirección de Gestión Tecnológica de la Vridei, a través del concurso Transfiere DGT 2020.
Este se orienta a “impulsar la transferencia de tecnologías mediante el financiamiento y acompañamiento de proyectos de investigación, desarrollo e innovación, a partir de un prototipo validado en condiciones de laboratorio o producto mínimo viable, que puedan ser desarrollados en conjunto con empresas interesadas y cuyos resultados alcancen una validación técnica y/o comercial a pequeña escala, preindustrial o industrial”.
Texto: Paola Armijo
Fotografía: Paola Armijo
Tags: Investigación I+D
Dirección de Gestión Tecnológica
Vicerrectoría de Investigación, Desarrollo e Innovación